¿Plana, geoidal, redonda...otra?
Desde la antigüedad, la forma de la Tierra ha sido un tema de fascinación, debate y descubrimiento.
Desde los primeros pensadores griegos como Pitágoras y Aristóteles, hasta los astrónomos modernos, la imagen de una Tierra esférica ha sido la más aceptada.
Pero con cada avance en la ciencia y el conocimiento humano, nos damos cuenta de que la realidad siempre es más compleja de lo que parece.
En los últimos años, ha surgido una teoría que desafía incluso las ideas más modernas: la Tierra, lejos de ser una esfera perfecta o un simple geoide, podría ser un doble toroide, una forma geométrica dinámica que canaliza energías invisibles.
En este artículo, te invito a explorar las pistas que nos revelan esta posibilidad.
Desde la ciencia contemporánea hasta las teorías menos convencionales, descubriremos cómo la forma de la Tierra podría ser mucho más fascinante de lo que hemos imaginado, y cómo una conexión energética más profunda está transformando nuestra comprensión del planeta.
1. La esfera imperfecta: Despejando las primeras dudas
La idea de que la Tierra es una esfera perfecta se remonta a la Antigua Grecia, y por siglos fue aceptada como un hecho científico inamovible. Sin embargo, desde que hemos tenido la capacidad de observar el planeta desde el espacio y hacer mediciones más precisas, los científicos han descubierto que la Tierra no es tan esférica como pensábamos.
De hecho, es un geoide, una forma que se asemeja más a una esfera irregular, achatada en los polos y abultada en el ecuador.
Este abultamiento es el resultado de la rotación de la Tierra, que genera una fuerza centrífuga que "empuja" hacia afuera en la línea ecuatorial. Aunque esta deformación es pequeña en comparación con el tamaño total del planeta, tiene importantes implicaciones para fenómenos como la gravedad, las mareas y el clima global.
Tip científico: La Tierra se abulta unos 42 kilómetros en el ecuador en comparación con los polos.
Este abultamiento puede afectar cosas como el peso de los objetos y la velocidad de los satélites que orbitan alrededor del planeta, que tienen que tener en cuenta la forma irregular de la Tierra.
2. Un planeta en constante cambio: La naturaleza dinámica de la Tierra
Aunque el concepto de geoide ofrece una descripción más precisa de la forma de la Tierra, no es una forma estática.
La Tierra está en un constante estado de cambio debido a la interacción de fuerzas tanto internas como externas. Los movimientos tectónicos, las erupciones volcánicas, los terremotos y las fuerzas gravitacionales externas, como las de la Luna y el Sol, provocan deformaciones continuas en la superficie terrestre.
Incluso los océanos, que representan el 71% de la superficie del planeta, contribuyen a la variación de la forma de la Tierra debido a las mareas y las corrientes oceánicas.
Además, estudios recientes han demostrado que la interacción entre la Tierra y otros planetas, como Marte, podría estar afectando la estructura y los flujos energéticos del planeta. Esta constante evolución hace que sea difícil definir una forma exacta y permanente de la Tierra.
Dato interesante: La gravedad en diferentes partes de la Tierra no es constante. En lugares como el Himalaya, la gravedad es ligeramente más débil debido a la masa de las montañas, mientras que en otras áreas con mayor densidad de rocas, es más fuerte. Esto sugiere que la estructura interna del planeta es compleja y afecta su forma externa.
Toroide
3. ¿Podría la Tierra ser algo más que un geoide?
A pesar de que la idea del geoide es actualmente la más aceptada, no es la única teoría. Existen enfoques más esotéricos que sugieren que la forma de la Tierra podría ser mucho más compleja. Durante una canalización, tuve una experiencia que cambió mi percepción sobre la forma de la Tierra. Al principio, la energía del planeta se manifestó como un geoide, pero a medida que profundizaba en la conexión con su esencia, un patrón geométrico mucho más intrincado emergió: la forma de un doble toroide.
Este patrón geométrico no es nuevo en el estudio de las formas energéticas. Un toroide es una figura que se asemeja a una dona, donde la energía circula de forma continua hacia el centro y luego hacia afuera. En el caso del doble toroide, la energía se canaliza desde ambos polos de la Tierra, formando dos campos energéticos entrelazados que crean un flujo constante. Este tipo de estructura energética no solo existe en la Tierra, sino en muchas otras manifestaciones de la naturaleza, desde átomos hasta galaxias.
Cita destacada: “La geometría sagrada del toroide nos muestra que la energía fluye en patrones que conectan todos los niveles de la existencia. Si miramos de cerca, todo en el universo sigue este patrón: desde lo más pequeño, como una célula, hasta lo más grande, como un planeta.” — Nassim Haramein, físico e investigador de la geometría sagrada.
La Tierra como un toroide: Una nueva forma de ver el planeta
¿Qué implica la idea de que la Tierra podría ser un toroide? En este modelo, la energía del planeta no solo fluye de forma estática, sino que se mueve en un ciclo continuo desde los polos hacia el centro, y luego regresa hacia los polos en un flujo autosustentable. Este patrón energético podría explicar muchos fenómenos naturales que observamos, desde los vientos hasta las corrientes oceánicas y los campos electromagnéticos.
La geometría toroidal sugiere que nuestro planeta está "vivo" en un sentido energético, interactuando constantemente con su entorno cósmico. Los campos magnéticos que protegen la Tierra de las tormentas solares, por ejemplo, siguen un patrón similar al de un toroide. Este campo magnético podría ser solo una manifestación visible de la energía toroidal que fluye a través del planeta.
Las auroras boreales y australes, que ocurren cerca de los polos, podrían ser la manifestación física de este flujo energético toroidal. Estas luces se producen cuando partículas cargadas del viento solar interactúan con el campo magnético terrestre, creando un espectáculo visual que revela cómo las energías fluyen a través del planeta.
5. Evidencia científica y conexiones cósmicas
Aunque la idea del toroide aún es considerada controversial en algunos círculos científicos, existen evidencias que respaldan la posibilidad de que esta forma geométrica tenga sentido para la Tierra.
El campo magnético de nuestro planeta, como se mencionó, tiene una estructura dipolar que se asemeja a un toroide, con las líneas del campo magnético fluyendo de un polo al otro. Además, algunos estudios de cosmología sugieren que las galaxias y los agujeros negros podrían seguir patrones toroidales, lo que implicaría que esta forma es universal.
En términos de energía, la Tierra no solo recibe energía del Sol, sino que también interactúa con otros cuerpos celestes, como Marte, la Luna y otros planetas del sistema solar.
Estas interacciones podrían influir en los flujos energéticos del planeta, reforzando la idea de que la Tierra es parte de un sistema dinámico y en constante evolución.
Dato interesante: El patrón toroidal no solo se aplica a planetas o galaxias, sino que también se encuentra en los átomos. Los electrones que rodean el núcleo de un átomo se mueven en un patrón que sigue principios geométricos similares al toroide, lo que sugiere que esta estructura es fundamental para la organización de la materia y la energía en el universo.
Conclusión: La forma de la Tierra, un misterio en evolución
A lo largo de este artículo, hemos explorado desde las teorías más aceptadas hasta aquellas que desafían nuestra comprensión convencional de la Tierra.
El geoide es una buena aproximación de la forma física del planeta, pero al profundizar en su estructura energética, surge la posibilidad de que la Tierra sea un doble toroide.
Esta forma geométrica no solo redefine cómo entendemos el planeta, sino también cómo interactuamos con él y con el universo.
La Tierra es un ser dinámico, una entidad que respira, se mueve y se ajusta constantemente a las fuerzas internas y externas.
A medida que continuamos investigando y expandiendo nuestro conocimiento, es posible que descubramos que la verdadera forma de la Tierra no es algo fijo, sino un reflejo de las energías que fluyen a través de ella y del cosmos.
Además de mis canalizaciones, he encontrado pruebas científicas que respaldan esta idea, desde artículos en National Geographic hasta investigaciones en diversas fuentes que desafían las teorías tradicionales. Con una mente abierta y un enfoque en la conciencia universal, podemos seguir explorando cómo ciencia y energía se entrelazan para revelar nuevas verdades.
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